La parte alta de la dehesa deja ver a sus pies el pueblo de Orea en todo su esplendor, huele a hierva fresca, a hierva buena a lavanda.
El riachuelo que parte por la mitad la dehesa, nos deja ver su fondo lleno de cantos y pequeños renacuajos que serán príncipes encantados convertidos en sapos, su agua limpia y transparente fría exquisita. Después de echar un buen trago de agua sigo camino hacia castillos fríos, me saludan las estepas que con su malicia me invitan a entrar en su trampa, por supuesto rechazo su invitación ya entre una vez y aun tengo pinchos jajaja.
Los pequeños claros que se dejan ver atreves de los arboles disparan mi fantasía, verdes claros y oscuros combinados con el amarillo del sol, rayos de luz que pasan entre las ramas de los arboles colores mágicos que me hacen ver un mundo diferente, es en ese momento cuando veo de nuevo a mi amiga la gruñona que me pide como siempre que respete su casa, que ande con cuidado para no pisar a ningún familiar suyo. Tiene razón debemos respetar nuestro entorno porque es una belleza pasear por la dehesa de arriba.
Si os encontráis a la gruñona saludarla de mi parte y ser cariñosos con ella, ya os contare mas historias de la gruñona y su familia.
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario